Lcda. Sobeida Alfonso
A un mes de la tragedia ocurrida en Las Tejerías, el pueblo presenta otra cara, así como ese día aciago en unos minutos el orden paso a convertirse en un caos de lodo, muerte y destrucción, debido a las fuertes precipitaciones que causaron una avalancha de agua y sedimentos, con una corriente descontrolada que arrasó todo a su paso; en poco más de treinta días el panorama ha cambiado, ya no están los desechos de estructuras destruidas, ni las calles, casas y construcciones bajo montañas de lodo. La remoción de escombros y tierra se realizaron las 24 horas del día hasta habilitar el tránsito de personas y vehículos, fue normal ver contingentes de soldados con carretillas, picos y palas conjuntamente con el trabajo de las máquinas.
El día después del desastre natural los lugareños transitaban por las zonas afectadas, teniendo que hacer esfuerzos entre el dolor y el espanto para ubicarse y poder reconocer lugares que fueron familiares, observándose semidestruidos, o casi tapiados entre maleza y lodo, porque la devastación dejo todo irreconocible. Sitios emblemáticos, donde perdieron la vida muchas personas, como La Hoyada, lugar de reunión del tejerieño para hacer sus compras, recrearse, mejorar su imagen en barberías, visitar a familiares que residían allí o sencillamente para transitar. Casas con familias dentro, que desaparecieron completas por la corriente o fueron tapiadas por el lodo en El Beisbol o en Leonardo Ruiz Pineda. El Matadero, sitio rodeado de viviendas, muy concurrido por vecinos, trabajadores y lugar de comercio. Empresas e instituciones educativas inundadas o destruidas en la Zona industrial, donde fallecieron trabajadores de la vigilancia.
Hoy se percibe la misma sensación, pero menos traumática. Queda la tristeza y el dolor por familiares, amigos y vecinos que ya no están, por las pérdidas materiales, pero existe un pueblo fortalecido en su fe, atendido por un Estado que le prestó atención oportuna y le sigue acompañando en la mitigación de los daños y en la atención social. El tejerieño ahora cuenta con espacios abiertos y terrenos acoplados por maquinarias, debido a la demolición y remoción de escombros en casas y locales afectados en sus estructuras. Decenas de maquinarias, camiones de volteo y centenares de hombres y mujeres de diferentes organismos del estado, civiles y militares, fueron los responsables de tan titánica tarea.
Las Tejerías se levanta y sigue adelante con mucha fe en un mejor porvenir y por el amor recibido y la solidaridad de muchísimas personas que llegaron de todos los rincones del país a traer su palabra de aliento, sus oraciones y sus aportes en alimentos, ropas, enceres, agua, medicinas, organizados en brigadas de ayuda, con una empatía admirable. Entre ellos podemos mencionar organizaciones religiosas sin distingo de credos, empresas privadas, organizaciones civiles, organizaciones políticas, organizaciones sociales, instituciones del estado, entre muchos otros.