Por: Lic. Jhonny J.J. Escobar C.N.P. 22.627 #LAVICTORIAALDIA
El Festival de Montreal otorga el Premio Glauber Rocha a la Mejor Película Latinoamericana a La distancia más larga, el primer largometraje de Claudia Pinto. Dos semanas después, el Festival de San Sebastián premia con la Concha de Oro a Pelo malo, de Mariana Rondón. Ambos están entre los diez festivales más importantes del mundo, y ambos se han rendido a películas dirigidas por sendas directoras venezolanas. Algo muy bueno debe de estar pasando con el cine en Venezuela, y en especial con el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) que promueve y financia el cine independiente de ese país, para que hoy se esté hablando y viendo –o deseando ver– La distancia más larga y Pelo malo en todo el mundo. El escritor Fedosy Santaella nos cuenta desde Caracas los motivos de ese éxito y, ya puesto, repasa también la historia reciente de una cinematografía que merece conocerse a fondo.
Cuenta la historia de un niño de 10 años que viaja a la gran sabana para encontrarse con su abuela y reconstruir los lazos familiares. El filme toca las relaciones familiares, la redención y la libertad de vivir cómo y cuando uno lo elige, todo con el tema central de que en la vida existen segundas oportunidades
Martina, una mujer española de 60 años, recibe la mala noticia de que está a punto de fallecer y decide viajar a la Gran Sabana, el lugar en el que un día fue feliz, para decir adiós a la vida. Su intención es subir el monte Roraima y a mitad de camino dejarse morir, pero sabe que sin alguien que le acompañe no lo podrá lograr.
La repentina visita de su nieto Lucas no podría llegar en mejor momento. El joven, ajeno a la situación en la que se encuentra su abuela, acepta acompañarla en su viaje final, sin embargo no se quedará impasible cuando se entere de que realmente le está guiando hacia su muerte.