Entrar a la capilla del Noviciado y escuchar las voces y sonidos de la Sarabanda, hicieron que los asistentes nos trasladáramos con la imaginación y los sentidos a esa época tan recóndita de nuestra civilización occidental.
Para celebrar el Día Mundial del Turismo, el Consejo Superior de Turismo de Venezuela (CONSETURISMO), invitó a un magnífico concierto de música estilo renacimiento europeo, en un impresionante lugar de Caracas. La gran mayoría de los presentes nunca antes habíamos tenido el privilegio de escuchar ese exquisito conjunto musical, ni de visitar el sagrado recinto. Salimos conmovidos y gratamente sorprendidos, al darnos cuenta de que en Venezuela uno todavía se pueda asombrar descubriendo manifestaciones culturales y patrimoniales espectaculares que nos faltan por conocer.
La Junta Directiva de Conseturismo, capitaneada por los buenos amigos Leudo González y Reinaldo Pulido, se empeñaron en conmemorar el Día Mundial del Turismo de una forma diferente. Cada 27 de septiembre, por decisión de la Organización Mundial del Turismo (OMT), organismo especializado de la ONU para promover la actividad turística, se celebra en todo el mundo el Día del Turismo. Alrededor del planeta abundan ese día las manifestaciones y seminarios, diseñados para sensibilizar a las autoridades y población en general, sobre la importancia que tiene el turismo como factor clave de bienestar y desarrollo social. Todos los años, la OMT escoge un eslogan diferente, dependiendo de las circunstancias y de la actualidad, que indica el camino estratégico a seguir por los líderes mundiales del turismo. Este año, el lema de la OMT fue: “Repensar el turismo”.
Con base a esa proposición, el equipo de Conseturismo quiso hacer algo muy diferente este año. Resolvieron no invitar a seminarios técnicos especializados, ni a eventos llenos de charlas magistrales con enseñanzas muy útiles. Les pareció que eso puede esperar para otra oportunidad. De esa manera, decidieron repensar su manera de celebrar su día y proponer una manifestación cultural que los apartara de los esquemas tradicionales. Por eso, esta vez invitó a un concierto de música barroca en la capilla del antiguo Noviciado del Sagrado Corazón de Jesús, en la caraqueña urbanización de Sebucán. Hoy, el lugar alberga a la Escuela de Enfermería de la Universidad Central de Venezuela.
La cita ocurrió al final de una de esas tardes nubladas de finales de septiembre, que advierten la próxima llegada del temido “Cordonazo de San Francisco”, cuyo nombre ha llenado de pesadillas a las familias caraqueñas desde épocas coloniales. Afortunadamente, ese anochecer no estuvo mojado, y la ciudad no colapsó. El sitio escogido para el encuentro nos resultó espectacular.
El concierto fue llevado a cabo por el conjunto musical “La Sarabanda”, dirigida por Alexander Hudec, quien es un cantante barítono especializado en música antigua del renacimiento europeo. Alexander es cantante titular de la Camerata Renacentista de Caracas, y de la Camerata Barroca de Caracas. Director musical, arreglista vocal exigente y detallista, estudió teatro en Inglaterra, lo cual le agrega un valor importantísimo a cada una de sus presentaciones. La Sarabanda es un ensamble musical venezolano, fundado en el año 2002, que toma su nombre de una danza lenta y sensual que se bailaba durante los siglos XVI y XVII en España y Centroamérica.
Entrar a la capilla del Noviciado y escuchar las voces y sonidos de la Sarabanda, hicieron que los asistentes nos trasladáramos con la imaginación y los sentidos a esa época tan recóndita de nuestra civilización occidental. El repertorio fue fantástico, porque mezclaba canciones antiguas y modernas en una secuencia perfecta. La sensación fue única. Imposible no turbarse al son de las melodías y voces que nos regaló esa noche el magnífico conjunto musical, envueltos en las neblinas de ese escenario histórico y patrimonial de nuestra atesorada Caracas.
Cuenta la historia que el Noviciado del Sagrado Corazón de Jesús fue idea de unos hermanos franceses de La Salle, que visitaron a Caracas en el año 1927. Al año siguiente compraron unos terrenos de veinte hectáreas, muy apartados al este de la ciudad, en las faldas del cerro Ávila, por los lados de la hacienda Sebucán, donde construirían su noviciado por autorización del Papa Pío XII. Los trabajos comenzaron en junio de 1928, las construcciones continuaron por varios años más. La construcción de todo el complejo resultó impresionante. Al entrar y contemplar sus fachadas con arquitectura de la época del general Gómez, uno se imagina fácilmente cómo bajaba la neblina del Ávila en esos tiempos. Casi se siente el frío delicioso que cubría a Caracas en la década de los años 30. También se dibuja en la mente el verdor silvestre que rodeaba esas haciendas, el camino que conducía a Los Chorros y a Petare, y además el ferrocarril que pasaba un poco más al sur y llegaba hasta los Valles del Tuy.
Posteriormente, por los años setenta, los hermanos de La Salle vendieron el complejo a la Universidad Central de Venezuela, que estableció en los edificios la Escuela de Enfermería, dependiente de la Facultad de Medicina. Hoy en día los edificios sienten el paso del tiempo, sin perder nada de su majestuosidad ni abolengo. Si no conoce este secreto precioso de Caracas, visítelo apenas pueda.
Fuente: @alvaromontenegro.