Según varias investigaciones los individuos que consumen, tomate en su dieta diaria, obtienen más licopeno sustancia que les brinda una protección extraordinaria frente a enfermedades cardiovasculares, reducen el riesgo de sufrir diabetes, alzhéimer, ceguera, sordera y otros trastornos asociados al envejecimiento prematuro.
Indicado para los huesos
Un estudio realizado en Canadá ha demostrado que el licopeno contribuye al buen estado de los huesos, especialmente en las mujeres después de la menopausia.
También se le atribuye un importante efecto anticancerígeno en relación con varios órganos, especialmente riñón, próstata, pulmón, intestino, estómago y pulmones.
Como antioxidante, el licopeno es más potente que la vitamina E y su efecto se multiplica al estar acompañado de otros carotenos como el fitoeno, la luteína y el betacaroteno. Este último puede transformarse en vitamina A cuando el cuerpo lo necesita para proteger la piel, los ojos o participar en el crecimiento y la regeneración de los huesos o en la formación de tejido embrionario.
Estudios recientes han mostrado que los tomates amarillos y anaranjados contienen menos licopeno que los rojos; sin embargo, se halla en forma tetra-cis-licopeno, que es más fácilmente asimilable por el cuerpo.
Mejor crudo que cocinado
Las mejores fuentes de licopeno son los productos a base de tomate cocinado, porque el licopeno se absorbe con el triple de eficacia después de que el calor haya roto las membranas celulares y haya permitido su salida.
Por eso las fuentes más abundantes de licopeno son los purés, y sobre todo las salsas o los concentrados, y aún más si se elaboran en casa con tomates maduros de temporada y aceite de oliva, que favorece su absorción.
Aliado del corazón
Las propiedades del licopeno han llevado a científicos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) a investigar la eficacia de tomar diariamente una píldora de 7 mg (equivalente a dos tomates y medio) en el tratamiento de afecciones cardiacas.
El estudio ha demostrado que el compuesto mejora notablemente la flexibilidad de los vasos sanguíneos y en consecuencia previene recaídas en los enfermos.
La investigación confirmó los resultados de estudios anteriores, como el de la Universidad del Este (Finlandia), que había seguido la evolución de mil hombres de 46 a 65 años durante 12 años y había hallado que aquellos con niveles más altos de licopeno en la sangre tenían un 60% menos de riesgo de sufrir un infarto.
Antiguos recelos
En general el tomate resulta digestivo y pocas personas muestran reacciones adversas. Solo los ejemplares inmaduros puede causar problemas en estómagos sensibles.
Pero no siempre se le ha visto con buenos ojos. La planta del tomate pertenece a la familia de las solanáceas y como sus parientes –la berenjena, la patata o el pimiento– contiene en las hojas y frutos pequeñas cantidades de alcaloides tóxicos que tienden a desaparecer con la maduración.
Uno de estos alcaloides, la alfa-tomatina, puede explicar en parte sus propiedades anticancerígenas.
Otra precaución llega desde la macrobiótica, la dieta energética desarrollada por el japonés George Ohsawa. Según esta, el tomate, al ser un alimento extremadamente yin, puede favorecer la aparición de algunas molestias. Sin embargo, en una persona sana, con una dieta equilibrada, el tomate no se asocia a efectos negativos.